El descubrimiento de un nuevo continente 

Participaba en una famosa competencia mundial de veleros conocida como Transpacific Yacht Race cuando –por azar- pudo notar grandes extensiones de plástico flotante en la zona del Giro Pacífico Norte. Transcurría 1997 cuando se descubrió al terrible Séptimo continente o Gran Parche de basura del Pacífico y fue Charles Moore, capitán estadounidense, el primer testigo de la colosal contaminación marina.

El hecho fue casual ya que luego de haber perdido la competencia a Moore se le ocurrió regresar por una ruta diferente: encontró la isla flotante y tardó una semana en atravesarla. Cambió para siempre su perspectiva del océano. Al llegar a California compartió sus datos con el oceanógrafo Curtis Eddesmayer y bautizaron al depósito de basura marina como “Gran Parche de Basura del Pacífico Norte”. Compartió sus datos con los medios de comunicación, pero la cobertura fue insuficiente y por ello creó la fundación Algalita Marine Research. (http://www.oceanicsociety.org/trip/research?gclid=CJF_J_1qroCFUkV7AodJlYARw) 

La alerta ignorada

23 años antes de su descubrimiento un grupo de científicos alertó sobre la formación de una gran capa de plástico estática como consecuencia de las corrientes oceánicas y los vientos en el Océano Pacífico Norte. Los gobiernos no le dieron gran importancia sino hasta que la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) publicó un artículo titulado “The quantitative distribution and characteristics of neuston plastic in the north pacific ocean, 1985-1988”, el cual contiene un mapa detallado de la ubicación del plástico mostrando el tamaño que tenía en ese tiempo y pronosticaba con precisión la existencia del actual Gran Parche de basura en el Giro Central del Pacífico Norte.

¿Cuáles son las medidas? 

Mientras la National Weather Service Marine Forecasts (NOAA) asegura que no es posible realizar un cálculo aproximado del tamaño y la masa de la isla porque sus límites no están determinados, Greenpeace confirma que su longitud es mayor que la de Texas. Por su parte el Centro Nacional de Estudios Espaciales Francés (CNES) asevera que mide 22.200 kilómetros de circunferencia y que su superficie asciende a 3,4 millones de km2. Debates aparte, en lo que sí coinciden es en la concentración de polímeros de plástico, siendo hasta siete veces superior a la concentración de plancton.

¿Quiénes son las víctimas?

Aves, peces, cetáceos y demás animales marinos que se alimentan del desperdicio plástico al confundirlas con alimento. O bien mueren asfixiadas. O bien el plástico deforma sus cuerpos. Es más, indirectamente el hombre también es víctima de su propia creación, de la sociedad que ama los plásticos desechables –desde su uso generalizado entre los años 40 y 50- y termina comiéndolos a través de los peces.

La gran duda: ¿Es posible limpiarlo? 

El tamaño milimétrico de los fragmentos de plásticos no permite su limpieza sin tener un impacto negativo sobre organismos microscópicos oceánicos. Esto, sumado a que el daño se efectúa en aguas internacionales y ningún país se hace responsable del vertido, complica que se lleven a cabo tareas de limpieza con fondos públicos.

Si bien ya se ha comentado la dificultad de reparar este impacto, es importante conocer su existencia para prevenir que vuelva a suceder y concientizar sobre el efecto dañino que sus actividades pueden tener sobre el ambiente. Conocer este problema podría originar –por ejemplo- paulatinamente podamos decir adiós a los familiares productos plásticos.

Más información 

El descubridor del gran parche de basura del Pacífico explica por qué el reciclaje es una solución menor: http://www.ted.com/talks/lang/es/capt_charles_moore_on_the_seas_of_plastic.html

Fuente:

Vida Verde: http://vidaverde.about.com/od/Reciclaje/a/El-Gran-Parche-De-Basura-Del-Pacifico.htm