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Visite Quinua, tierra de ceramistas

Publicado: 2013-04-30

Por fuera, Quinua parece un pueblo encantado, demasiado bonito para ser real. Por dentro, igual. Al interior de sus talleres, extraordinarias piezas de cerámica le dan un aire de fantasía y un vuelo creativo que enaltecen este rincón de Ayacucho.

Texto y fotos: Iván Reyna Ramos

Quinua es cuna de extraordinarios alfareros. Sólo en este distrito ayacuchano hay unos 200 artesanos dedicados exclusivamente a esta actividad. Y en los últimos años se han organizado en cuatro asociaciones. Máximo Límaco ostenta una bien montada galería llamada “Límaco” (Jr. San Martín 108, Quinua) que trabaja con tres tipos de arcillas y siete colores naturales. Dice que la ventaja es que “los insumos me los da la misma madre naturaleza”. Sólo en su taller tiene más de 600 piezas de cerámica listas para ser vendidas.

Los visitantes nacionales y extranjeros que frecuentan Quinua -a 32 kilómetros de Ayacucho, unos 50 minutos en combi- se contagian con el ambiente bucólico: calles empedradas, casitas andinas, techos de tejas y encima unas iglesias de cerámica, que -según la cosmovisión andina- sirven para proteger las viviendas de los malos espíritus. Un cuadro perfecto de paisaje rural.

Máximo Límaco nos comenta que en los últimos tiempos han llegado a un acuerdo con los artesanos cusqueños. Hoy ambas regiones intercambian productos: “en Quinua vendemos textiles cusqueños, y de la misma manera en el Cusco  ofrecen nuestra cerámica”. Dice que es una forma de mejorar el negocio. “Los turistas no sólo quieren llevarse una cerámica, sino también un tejido y aquí lo encuentran”, asegura el artista del barro.

Es que los descendientes de los huarpas y waris trabajan el barro con genialidad, ellos convierten la arcilla en finas obras de arte. De sus manos salen imágenes religiosas, campesinos, animales protectores, especialmente toritos, y personajes que se han hecho populares como las chismosas.

Lo admirable de este proceso creativo es como estas piezas de formas simples, casi infantiles, de colores básicamente rojos y cremas, se transforman en especies de enorme fuerza expresiva, que parecen cobijar el inagotable espíritu andino.


Escrito por

Revista Rumbos

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REVISTA RUMBOS

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